Siposis:
La mayoría de los niños harían cualquier cosa para superar La Prueba de Hierro y entrar en la escuela de magia Magisterium. Callum Hunt no. Quiere suspenderla. Durante toda su vida, su padre le ha advertido que ni se acerque a la magia. Si lo admiten en el Magisterium, está seguro de que nada bueno le espera. Así que se esf
El padre de Callum mola. No solo no se enfadará si su hijo no supera
las pruebas para entrar en el Magisterium, la escuela de magia, sino que le
anima a ello. A suspender. A hacerlo lo peor que pueda. Luego lo celebrarán
tomando “una gran copa de helado (…) con dulce de leche, mantequilla de
cacahuete y ositos de goma” (pág. 49)
Callum, como buen hijo, hará todo lo que está en su mano para agradar
a su padre. No solo suspende todas las pruebas, sino que incluso será “el
primer aspirante en la historia del Magisterium que va a conseguir una
puntuación negativa” (pág.44)
Misión cumplida. Lo ha hecho tan mal que los magos no volverán a
molestarle. Podrá volver a su vida de siempre. Esa en la que no tiene amigos.
Esa en la que su cojera le impide realizar las actividades físicas (saltar, jugar
al balón, correr…) que ve realizar a sus compañeros. Esa en la que acompaña a
su padre a compra antigüedades. No es lo
que se dice una vida para echar de menos.
Pero Alastair no contaba con el maestro Rufus. A él no le engañan.
Puede que los resultados del muchacho hayan sido catastróficos, pero la magia
está en él y es necesario que sepa cómo controlarla porque “un mago sin
entrenamiento suelto por ahí es como una falla en la tierra esperando a abrirse
y matará a mucha gente además de a sí mismo” (pág. 54)
Así que, ante el estupor general y el monumental enfado de su padre,
Callum es elegido para formar equipo junto a los dos alumnos que mejor lo han
hecho en las pruebas, Aaron y Tamara.
Todo hay que decirlo, a Callum le pica la curiosidad. En el fondo,
está contento de haber sido seleccionado. No acaba de entender por qué su padre
le tiene tanta tirria a la magia y a los magos, por qué siempre decía que ir al
Magisterium “era algo que no desearía ni a su peor enemigo” (pág. 49). No lo
entiende porque su padre también fue mago, aunque hace ya mucho que dejo de
usar la magia.
Es verdad que tampoco es que Alastair le haya contado muchas cosas a
su hijo de aquellos tiempos. De cuando lucharon por última vez contra el
Enemigo de la muerte. De cómo este no se presente en la batalla, sino que se
dirigió al lugar donde estaban escondidos los más débiles, mujeres, niños y
ancianos, y los masacró. Callum nunca supo que él fue el único superviviente de
aquella masacre, que su pierna no se le “fastidió al nacer” (pág.65), sino que
su cojera es, en realidad, una herida de guerra.
También ignora el mensaje escrito junto al cadáver de su madre; MATA
AL NIÑO.
Quizá por todo eso Alastair no
quiere que Callum vaya a la escuela de magia. Quizá ese sea el motivo por el
que quiere que a su hijo le aten la magia…
Los paralelismos de este libro, el primero de una saga de cinco (uno
por cada curso del Magisterium) con Harry Potter son más que evidentes:
huérfano (aunque solo de madre); con un recuerdo
de ese primer enfrentamiento con el mal (la cojera de Callum, la marca en la
frente de Harry); único superviviente del enfrentamiento con el enemigo; no
tendrá su primer contacto con la magia hasta los doce años, cuando es
seleccionado para acudir al Magisterium; tiene o, mejor dicho, tendrá dos
amigos, un chico y una chica (al igual que los mejores amigos de Harry eran
Hermione y Ron)…
Es posible que existan muchos más paralelismos (de hecho, por lo que
dicen, este libro surgió en principio como un fan fic de la famosa saga de
Rowling), pero, para ser sinceros, nunca me leí Harry Potter. Bueno, no,
miento. Intenté leerlo. Leí un par de capítulos del primer libro hasta que
decidí que tenía demasiados lugares comunes como para llegar a interesarme. O
puede que ya fuera demasiado mayor para su lectura.
Sin embargo, este libro, La
prueba de hierro, me ha enganchado desde el primer momento. A mis años.
La decisión de leerlo, a pesar de estar dirigido a un público mucho
más joven, la tomé porque he leído los libros de una de las autoras, Cassandra
Clare, y tengo por mala costumbre leer todo lo que puedo de los autores que me
gustan. Y comparar sus libros.
Así, es posible encontrar ciertas
similitudes entre Magisterium y
la famosa saga Cazadores de sombras:
tanto la madre de Clary en Cazadores
como el padre de Callum en Magisterium
han tratado de mantener a sus hijos al margen del mundo al que pertenecen;
Callum, al igual que Jace, no es precisamente un ejemplo de buen
comportamiento, si uno se puede saltar las reglas ¿por qué no hacerlo?; ambos
personajes coinciden también en las dudas que tienen acerca de su verdadera
identidad; el Enemigo de la Muerte y su mentor recuerdan a Valentine y a su
hijo; los caotizados humanos podrían evocar a los Oscurecidos; la noción de los
contrapesos (“Todos los elementos tienen un contrapeso” pág. 93, “Soy un mago
del caos. Necesito un contrapeso” pág.233) ¿podría tener similitudes con la
idea de los parabatai?; el final
impactante que te deja con ganas de saber más y salir de dudas, ¿en serio…? , ¿es
verdad que…?
Los posibles paralelismos nos llevan a pensar que quien escribió el
mensaje en la pared de la cueva no fue la madre de Callum, ¿quién entonces? ¿Por
qué y con qué fin lo escribió?
Leer un libro destinado a un público infantil-juvenil, y no pertenecer
ya a esa franja de edad, te obliga a
buscar algún tipo de justificación. He aquí lo que he encontrado:
En el libro se plantea el problema de la predestinación; ¿somos buenos
o malos por naturaleza o podemos elegir? Callum se lo cuestionará cuando sepa
quién es realmente “¿qué era un alma? No le decía a uno lo que debía hacer.
Callum podía tomar sus propias decisiones” (Pág. 290)
Los acertijos que subyacen bajo las palabras de Warren. Un ejemplo es está conversación (pág 178) entre el
elemental del fuego y los jóvenes protagonistas:
—¿Qué me darás a cambio del camino de vuelta?
—Tengo un poco de chicle y una goma de pelo
—Tengo algo de comida.
—Te puedes quedar mis cordones
—¡Todo! Lo tendré todo cuando lleguemos allí.
¿Qué se entiende en este diálogo por todo? Nos damos cuenta de que para los chicos todo es simplemente
lo que le han ofrecido, para Warren
el significado de la palabra es más amplio.
La profecía que les hace un Devorado (pág. 181), ¿cómo interpretarla?
¿en el sentido literal? ¿tiene una interpretación oculta que se nos escapa?
El nombre de cada uno de los cursos: de Hierro, de Cobre, de Bronce,
de Plata y de Oro, aunque descolocados nos recuerdan a las edades de la
historia (Edad de Bronce…)
Seguramente existan más interpretaciones, pues La prueba de Hierro no es un libro que se agoté en una primera
lectura.
Solo una duda, ya para terminar, ¿cómo es que el llamado Enemigo de la
Muerte se dedica a provocarla? No se entiende muy bien…
Reseña hecha por Rut