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5 nov 2013

Reseña: El océano al final del camino de Neil Gaiman



Sinopsis

El Océano al final del camino, de Neil Gaiman, autor de otros libros de la narrativa extranjera como American Gods o Los hijos de Anansi, es una novela sobre el recuerdo, la magia y la supervivencia; sobre el poder de los cuentos y la oscuridad que hay dentro de cada uno de nosotros. 
Gaiman es el único autor que ha ganado los cuatro premios más importantes de literatura fantástica: Hugo, Nebula, Stoker y Locus. Lo que en un principio iba a convertirse en una historia corta, Gaiman lo transformó en una novela en toda su extensión, su primera obra para adultos desde Los hijos de Anansi. 
En El océano al final del camino, la imaginación es la principal baza, como en toda la obra de Neil Gaiman, personificada en un niño de siete años que descubre sin quererlo el secreto sobrenatural de una familia vecina.

Reseña

George tiene siete años y una prodigiosa imaginación, fruto no solo de su edad, sino también de su pasión por la lectura (me encantaba leer, pág. 22) y de su dificultad para relacionarse con los demás niños (tardaba en hacer amigos, cuando los hacía, pág. 23).

No es difícil, pues, imaginar que, para  el joven protagonista de esta historia la realidad en la que vive, plagada de monstruos y misiones imposibles, difiere considerablemente de aquella en la que viven los adultos. No nos va a contar la realidad tal cómo es, sino tal como él la vive, pues a su edad los límites entre realidad y ficción son tan tenues que resulta difícil  saber dónde termina una y dónde comienza otra.

Una serie de circunstancias, en las que el dinero será el protagonista, desencadenarán una lucha entre las fuerzas del bien, representadas por el propio George, su amiga, Lettie Hempstock, y la madre y la abuela de esta, y las del mal, encarnadas por una multitud de monstruos entre los que destaca Úrsula Monkton.

El joven protagonista se siente culpable de la presencia de ese monstruo, Monkton estaba allí por mi culpa (pág. 80), Fui yo quien la trajo (pág. 137) y por ello cree que es su obligación mandarlo de vuelta a su mundo, pues debe librar a su familia, en especial a su padre, era un monstruo y él pensaba que era una mujer normal(pág. 95) de las garras de semejante engendro.

Junto a su amiga,luchará por salvar al mundo de Úrsula Monkton. Su misión es  lograr que los adultos comprendan quién es en realidad la que se está haciendo pasar por niñera. No lo tendrán fácil, pues los mayores están dominados por Monkton y es difícil hacerles comprender qué es lo que realmente ocurre, pero su esfuerzo y valentía darán sus frutos.

La novela, al presentar la historia desde el punto de vista de un niño, nos retrotrae a nuestra infancia y nos recuerda aquel mundo que todos habitamos alguna vez.

Por descontado, existe una explicación lógica, coherente desde el punto de vista adulto si se prefiere, para todo cuanto le acontece al joven protagonista, que el autor va diseminando, de manera magistral, a lo largo del relato. Así, una lectura atenta nos permite comprender qué es lo que realmente está ocurriendo, qué es lo que motiva en realidad el miedo del niño; tal vez perder ese mundo en el que ha crecido y que ahora se desmorona, tal vez el enfrentarse por primera vez a la muerte.

Decía un conocido psicoanalista que, en realidad, solo tenemos miedo a una cosa: al paso del tiempo. No podemos luchar contra ello, pero podemos “crear” monstruos contra los que sí podemos luchar. Al vencerlos, en cierto modo, vencemos también ese miedo primigenio.

George convierte sus miedos infantiles (simbolizados en la pesadilla en la que el dinero juega un papel esencial), contra los que no puede luchar, en una serie de monstruos con los que sí puede enfrentarse. Si logra vencerlos, logrará vencer lo que quizá sea el uno de los principales temores infantiles: perder el afecto de sus padres.  


(Reseña hecha por Rut)