Sinopsis de “CONECTADOS” una historia original de @SM_Afonso conoce mas a sus personajes, relatos cortos y curiosidades en su blog de autora: Autora SM Afonso
S.M. Afonso nos ha escrito un relato de Valen Lemacks, personaje protagonista de su primera novela: CONECTADOS.
Es una escena del pasado de Valen, cuando tenía unos veinte años de edad (En la novela 32-33), y que por supuesto, NO aparece en el libro. Un pequeño regalo de la autora, para que conozcáis un poco al personaje, sin desvelar contenido de la novela (Recordad: Estamos de promoción con las editoriales)
Esta escena nos permite vislumbrar a ese Val: Torturado, arrogante, severo, solitario e indudablemente, seductor.
Espero que la disfrutéis :)
•●• Relato •●•
La suave claridad y la luz sonrosada de la aurora, era la seña que precedía inconfundiblemente el arranque de un nuevo día. Y como era habitual, Valen estaba allí para presenciar lo que muchos aseguraban ser, un pequeño milagro de la vida. Para él en cambio, era el augurio desfavorable que le recordaba cada mañana que, su calamitosa existencia perduraría algo más.
Permanecía semi recostado sobre el alféizar de la
ventana, de aquel reducido apartamento en Londres.
Las ráfagas de aire frío y con aquellas bajas
temperaturas, no mostrarían misericordia alguna al apuñalar con su gélida
calma, una piel desnuda. Pero el joven, cubierto con tan solo unos pantalones, parecía
no inmutarse del posible dolor. Fumaba regodeándose, al parecer, de la sádica
sensación.
Hacía rato observaba distraídamente lo que acontecía
en el exterior, sin prestar verdadera atención, a nada en realidad… O al menos
esto era así, hasta que escasos momentos antes, algo había tergiversado la
rutina de su mente.
Sus ojos azul grisáceos, contemplaron carentes de
cualquier resquicio de vida, a una pareja que se dedicaba todo tipo de atenciones
y arrumacos, en uno de los pisos del edificio de enfrente.
Apartando la mirada furioso consigo mismo, dio una
larga calada al cigarro que tenía entre los dedos, y mientras exhalaba el humo
llevó una mano a su cabello de un castaño claro, y en pocos segundos quedó
completamente despeinado.
Una mujer esbelta, de medidas perfectas y con una
belleza rubia, que difícilmente pasaría desapercibida, se removió entre sueños,
en su cama. Algo que provocó que gran parte de su cuerpo quedara desabrigado,
dejando entrever generosamente, muchos de sus encantos y atributos.
Esos con los que había logrado entretenerse
durante unas horas esa noche, pero que una vez saciado, y aún estando en
compañía de esa otra persona, regresaba de inmediato a su único camarada y
amigo. A su tan conocida y complacida soledad.
Inconscientemente volvió a observar a la pareja que se
prodigaba gestos de cariño el uno con el otro. Eran jóvenes, y a diferencia de
lo que él solía compartir con sus amantes, aquellos dos enamorados hacían el
amor simplemente mientras permanecían abrazados, mirándose, acariciándose… Todo
muy tierno e inocente, en verdad, pero inequívocamente la pasión y el deseo,
también estaban presentes.
Valen inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.
¿Hacer
el amor? ¿Qué demonios sabía él de eso?
Él sencillamente se limitaba a tener sexo sin
compromiso, para mitigar por un breve lapso de tiempo los estigmas de su
condenada sentencia. Aquella que había comenzado a cumplir desde el primer día
que llegó a este mundo.
Sí una entrega así, tanto física como de corazón era
viable, Valen tenía clarísimo que él no sería acreedor de saborear dicha
experiencia.
De repente, unos golpes secos interrumpieron sus insensatos
pensamientos. No tenía derecho a reclamar silenciosamente a alguien que le
permitiera descubrir, sí existía realmente, algo más que unos cuantos
revolcones impersonales.
Con
un movimiento ágil, saltó sigilosamente del alféizar al suelo. Se deshizo del cigarrillo en un
cenicero y tomó del espaldar de una silla, la camisa que llevaba puesta antes
de terminar en la cama con una de sus compañeras de Universidad.
Ni siquiera había dedicado ni un segundo a echar un
vistazo rápido a la chica que dormía entre sus sábanas, cuando salió del
dormitorio y entró en la pequeña y modesta salita de su hogar, y caminó
poniéndose la camisa, en dirección a la puerta principal.
Al otro lado del pasillo se hallaba Noelle Lemacks. Su
abuela.
-
No
sabía que esperaba visita –dijo Valen fríamente a modo de saludo.
-
No
hace falta que lo jures –apuntó la señora mirándolo con censura.
Aquel escrutinio desaprobador era como un incentivo
para Valen. Le regocijaba ver que, como había sucedido siempre, él era una
auténtica decepción para la pomposidad de un nombre y apellido, que
representaban la élite de la sociedad.
La mujer pasó y Valen tras cerrar la puerta,
deliberadamente paseó su uno noventa de altura ante la iracunda señora, que lo
sometía a toda clase de vilipendios por su despreocupado aspecto. Para Noelle
era únicamente una cuestión de vanidad, porque resultaba indiscutible que su
nieto, a pesar de su apariencia informal, era digno de elogiar. Cualquier mujer
enloquecería de felicidad sí lograba atraparlo algún día.
-
¿A
qué ha venido? –inquirió finalmente Valen para acabar lo antes posible con
aquella reunión… familiar.
-
Mírate
Valen –le escupió su abuela mientras observaba con desdén a su alrededor-. Eres
un Lemacks… Mi nieto… ¡Mi único heredero!
La expresión de Valen se endureció hasta parecer
salvaje.
-
Dónde
y cómo he vivido anteriormente jamás le quitó el sueño, señora –esa última palabra iba impregnada de desprecio-. Así que no
necesito que después de más de veinte años venga a llamarme ahora… nieto.
Los ojos de la mujer llamearon de rabia.
-
Eres
tan arrogante y presuntuoso como tú… padre.
Conocía la historia, por eso el odio que rezumaba
Noelle en sus palabras cuando hacía alusión a Marzio, no le sorprendió… Al
menos tenían algo en común, después de todo, ironizó Valen.
-
Creo
que he sacado lo mejor de las dos familias –se burló pero su semblante no
denotaba diversión-. Ahora, una vez que nos hemos saludado amorosamente, le repito… ¿Qué puedo hacer por usted? –cogió un
cigarrillo de su cajetilla y lo encendió. Podía sentir los ojos acusadores de
la anciana por ese descortés gesto.
-
Se
trata de la presidencia de las empresas Lemacks. Necesito que comiences a
desenvolverte y aprendas todo lo concerniente al negocio… Algún día –Por un
instante la esperanza pareció ensombrecer la altivez de Noelle.- todo será
tuyo. Por lo tanto, no es adecuado que continúes obcecado en querer mantenerte
como un simple empleado, cuando tienes en tus manos todo el poder…
-
Me
gusta mi puesto –dijo expulsando el humo de su boca. Había tenido la cortesía,
al menos, de pararse junto a la ventana del salón y así no aglomerar el olor a
tabaco por toda la habitación.
-
¡Por
Dios, Valen! –replicó exasperada-. Te he permitido jugar a…
-
¿Permitido?
–enarcó una ceja sardónico-. Usted no me ha regalado nada en absoluto, y eso es
precisamente lo que le molesta.
Intercambiaron una mirada de desafío. Por mucho que no
quisieran reconocerlo era indudable que por sus venas corría la misma sangre
endemoniada. Tal vez la de Valen tenía un plus extra, gracias a su queridísimo padre y a su comportamiento
execrable junto a la inmoralidad que constituía desde hacía demasiados años, su
corta vida.
Noelle Lemacks suspiro cansada.
-
Spencer
me comentó que tienes grandes conocimientos de la banca…
-
Valen…
-ronroneó sensual una voz femenina un minuto antes de que la puerta del
dormitorio se abriera.
Noelle entrecerró los ojos cuando vio a la jovencita
escasamente vestida aparecer en la salita.
Aunque la muchacha fingió pudor, era evidente que no
tendría reparos en danzar desnuda ante la mirada de cualquier desconocido, sin
problema alguno.
-
¡Oh,
lo siento! No sabía que tenías visita, Valen.
-
Yo
ya me iba –espetó la anciana en un tono cortante-. Continuaremos con esta
conversación en otro momento –recalcó a su nieto, no sin antes ofrecerle una
mirada llena de crítica.
Sin moverse un ápice de donde estaba, Valen dibujo en
su rostro algo muy parecido a una mueca de júbilo aunque no lo fuera del todo.
Nunca sonreía en realidad.
Sintió como el cuerpo femenino, una vez solos, se
apretaba descaradamente a su espalda. Incitándolo, invitándolo a que lo tomara
de nuevo entre sus brazos.
-
Así
que esa era la distinguida Noelle Lemacks, eh… -Como él no respondió, la joven
prosiguió-. Creo que deberías hacerle caso.
Reaccionando al fin, se volteo e inquisitivamente, no dudo en mostrarle claramente a la chica, su creciente irritación. Nadie le
había pedido su opinión, así que podía ahorrársela sí no deseaba enlodar el
recuerdo de la pasada noche, porque no volvería a ocurrir entre ellos
absolutamente nada similar.
No
era proclive a vínculos más allá de uno u otro encuentro sexual, y no iba a
comenzar a cambiar de idea en esos momentos. Además, Valen jamás engañaba o
hacía falsas promesas, cuando una chica se iba a la cama con él, sabía de
antemano a lo que atenerse a continuación.
Pero
al parecer, la belleza creyó erróneamente que lo mejor era llevar su relación,
única y puramente, sexual, por otros derroteros.
-
Bueno, aunque tú no lo hayas mencionado
nunca, todo el mundo sabe en la Universidad que Noelle Lemacks es tú abuela
materna, y tú su único familiar vivo.
Valen
tomó entre sus dedos un mechón rubio, como si estuviera deleitándose con la
sedosa textura del cabello. Una acción que resultaría a priori muy dulce e íntima,
pero que poco tenía ver con la desconsideración con la que examinaba a la
muchacha. Consiguiendo congelarle el alma.
-
No es bueno inmiscuirse en los asuntos
que no son de tú incumbencia y que mucho menos, te conciernen –advirtió Valen
con heladora tranquilidad.
La
joven asintió nerviosamente. Toda una novedad para alguien tan pagada de sí
misma como ella.
Lamentablemente
parecía que no captaba a la primera las señales inequívocas de Valen.
-
Valen,
cariño, es muy temprano… Por qué no regresamos a la cama y… -notó como la
muchacha deslizaba la mano hasta su entrepierna- retomamos lo de anoche. Fue
fantástico.
Le apartó con indiferencia la mano, un gesto que
molestó a la chica que estaba lista para replicar, pero cuando
sus ojos buscaron la mirada de Valen, un miedo atroz la golpeo. Ahogando
irremediablemente sus protestas al cajón del olvido.
Era hermosa, joven y rica. Su familia era una de más
influyentes de Reino Unido y muchos hombres besarían el suelo por el que
pisaba… Todos salvo Valen. ¡Y lo odiaba por eso! Sí existiera la
golfa que lo retuviera algún día, disfrutaría destruyéndola.
-
Tengo
que marcharme –dijo con hostilidad mientras se encaminaba al dormitorio.
-
No
tenemos clase hasta esta tarde… -le recordó indignada.
-
Pero
algunos trabajamos –apuntilló con sorna, deshaciéndose por el camino ya, de la
camisa y dejando al descubierto su espalda ancha y sus músculos delgados pero
bien trabajados y fuertes.
Se marchó directamente a la ducha, sin
pronunciar una palabra más, dejándola sola, desalentada y sobretodo, furiosa.
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